CELO DE DIOS
El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. Isaías 9:6-7
Uno de los términos más serios de la palabra de Dios, por decirlo así, es celo de Dios, con sus profundas connotaciones y aplicaciones en la vida de las relaciones de Dios con su pueblo y de los hombres con Dios.
Sin profundizar demasiado en significados, podemos definir al menos tres categorías de celos, como un impulso fuerte o una emoción exacerbada que tiene su origen en el sentido de pertenencia, de lealtad, de amor o a veces de egoísmo extremo. Pienso que está el celo que se produce en el sentido natural, animal, no reflexivo, impulso que es parte de la creación para producir la multiplicación de las especies. Hay un celo que se hace plural, al decir: “tiene celos de fulano porque tiene mejor trabajo” o “ella está con celos porque piensa que su esposo se siente más atraído por otra dama”. Podríamos ubicar otra clase, celos profesionales dentro de la competitividad humana. Pero la Biblia, además de reflejar en sus palabras todas las clases anteriores, resalta una emoción, sentimiento o impulso basado en lo que motiva a Dios a realizar determinada ejecución de sus planes, o sea, el “celo de Jehová”.
Creo que este “celo” basado en la convicción de que los intereses y prioridades de Dios están recibiendo un atentado o sea se está perturbando esta intención de Dios, es una reflexión necesaria entre nosotros, el pueblo de Dios. Me gusta y preferiría mejor que la “pasión”, tan usada entre los cristianos, se convirtiera en “celo de Jehová”, porque tiene más arraigo bíblico.
Cuando Cristo atacó a los mercaderes del templo, porque habían convertido la Casa de Dios, el Templo Santo, en una “cueva de ladrones”, ofreciendo toda clase de mercaderías relacionadas con la religión hebrea, venta de animales de sacrificio y otros negocios, lo hizo dirigido por un sentimiento que fue interpretado por el narrador como “el celo de tu casa me consume” (Jn.2:17), haciendo alusión a un texto profético antiguo.
El apóstol Pablo se “enardeció” al ver los múltiples altares paganos en Atenas (Hch.17:16), ciudad principal griega. Un poderoso sentimiento de dolor le invadió, por este enorme símbolo de la desviación humana. Pienso que respiró hondo, y siguió caminando, lo que le permitió ver un altar más, pero este tenía una inscripción: “Al dios no conocido”. Era como la sobra, por si acaso faltara un dios más en la prolífica imaginación humana. No se refería a nuestro Creador; quizás faltara un pueblo o raza que no hubiera logrado poner su altar en esta galería pagana para su ídolo falso.
Todo el suceso de la Encarnación con los detalles de las características del “niño que nos es dado”, Emanuel y todo este maravilloso plan termina con esta expresión: “El celo de Jehová hará esto”...
La Palabra de Dios es abundante para transferirnos las múltiples facetas por las cuales algunos siervos de Dios recibieron ese “ardor” en sus pechos, como Pablo o como Jesús. Por lo cual en este nuevo período asumimos que todos desearían ser investidos del “celo de Dios”. Recuerde, preferimos esta respuesta, que la tan mencionada “pasión”.
Amar con intensidad lo que Dios ama, y aborrecer lo que El aborrece y vivir con el fervor de los “embajadores” de la 2ª. Carta a los Corintios 5:20, cuando dice: “como si Dios rogase por medio de nosotros”… Es un milagro esperado por el cielo que este “celo” repose sobre sobre el corazón de cada uno de sus hijos y siervos.
La gran pregunta es: ¿Como se vive como una persona que puede ser depositario de esta compenetración con el temor de Dios, la reverencia y el amor por las cosas de Dios?El nos enseñará.Su palabra es un extenso instructivo y un manual inspirador para que “el celo de Dios” nos invada.Bienvenidos a este estilo de vida que el cielo espera que vivamos.Cualquier extremo en nuestras actuaciones o actitudes por el celo de Dios, puede ser tildado de “falsa piedad”, o legalismo por lo cual seremos cuidadosos en verificar la autenticidad espiritual de esta experiencia tan mencionada en las Sagradas Escrituras.