“ECCLESIA REFORMATA, SEMPER REFORMANDA”
Este 31 de octubre celebramos los 508 años de la reforma protestante. Un recordatorio de la labor del teólogo, filósofo y fraile católico agustino quien impulsó este movimiento a través de sus 95 tesis. Fueron proposiciones escritas para debatir entre otras cosas la práctica de las indulgencias y cuestionar algunas doctrinas alejadas de la palabra de Dios que llevaba a cabo la Iglesia Católica Romana, especialmente las relacionadas con la salvación, el arrepentimiento y el poder del papa. Este movimiento tenía la intención central de retornar a un cristianismo más parecido al de la “iglesia primitiva” y por consiguiente volver a sus raíces en la palabra de Dios.
La salvación basada sólo en la fe en Jesucristo y no en las obras, cómo predicaba la iglesia católica en esa época, fue el eje del pensamiento de Lutero, Calvino, Zuinglio y otros reformadores. La firme convicción en la doctrina de la “justificación por fe” surge de estudiar detenidamente la palabra de Dios en Romanos 1:17 que dice “De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe»”
Este versículo, en el caso de Lutero fue el que le permitió ver la libertad espiritual que necesitaba. En sus propias palabras Lutero escribió: “… comencé a comprender que la justicia de Dios es aquella por la cual el justo vive por el don de Dios, es decir, por la fe. Y esto me abrió por completo las puertas del paraíso.” Entendió que la justicia de Dios es una cualidad que Dios da a alguien. Con esta comprensión, Lutero pasó de temer la justicia divina como castigo, a verla como una justicia otorgada gratuitamente por gracia y recibida por fe. Fue el momento en que Lutero dejó de ver a Dios como juez implacable y comenzó a verlo como Padre misericordioso.
Este y otros pilares de la Reforma Protestante se pueden resumir en lo que conocemos como las “5 Solas” las cuales son: Sola Scriptura (solo por la Escritura), Sola fide (solo por la fe), Sola gratia (solo por la gracia), Solus Christus (solo Cristo) y Soli Deo gloria (solo a Dios la gloria).
Años después el teólogo y pastor Jodocus van Lodenstein (1620–1677) formuló esta importante declaración que es considerada como otro de los pilares de la reforma: “La iglesia reformada debe estar siempre reformándose según la Palabra de Dios”. Su propósito no era justificar cambios doctrinales que se alejan de la enseñanza bíblica sino todo lo contrario. Al igual que los reformadores iniciales, nos invita a procurar la renovación continua de la iglesia hacia la fidelidad bíblica, y la obra del Espíritu Santo.
En tiempos de constantes cambios en nuestra cultura. La iglesia corre el peligro de diluir su esencia y al igual que la iglesia católica en su momento, alejarse de la enseñanza bíblica y de su misión.
La celebración de la Reforma Protestante nos insta a examinar nuestras prácticas, doctrinas y corazones a la luz de la Palabra de Dios. Regresar a los fundamentos bíblicos de la fe cristiana y al trabajo en el poder del Espíritu como lo hacía la iglesia primitiva. Esto sin dejar de ser relevantes (antorchas que alumbran) en medio de un mundo oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 Pedro 1:19)